Le echa una mirada de reojo al móvil y tiene ganas de usarlo aunque sabe que no debe hacerlo. Quiere, necesita, que alguien la apoye sinceramente, solo por el placer de querer animarla y no por cortesía o para auto consolarse en aquellos días oscuros. Añora a Ami más que nunca, porque nunca habían pasado tanto tiempo separadas y superadas, y la cama sigue oliendo a Matt.

Entonces, la pantalla del bendito móvil se ilumina y le llega un mensaje de remitente desconocido. No importa, porque sabe quién es. Solo ella conoce ese número. Solo ella le manda mensajes.
Trata de no agobiarte. Come y duerme bien, o no estarás a tope. Te quiero>>
Es escueto pero dulce a la vez. Le sobra. Por primera vez en días, se siente algo realizada. Irónicamente ya no necesita el texto, porque lo tiene memorizado, así que lo borra y recuesta la cabeza sobre la almohada. Siente que apenas huele a nada.

Cierra los ojos. Descansa.

jueves, 4 de junio de 2009

El primer amor

Pequeña historia sobre el "primer amor" de Anya y Ariane. CONTIENE YURI (es decir, relación chica-chica) muy suavecito. Así que ya sabes, si no te gusta el tema, pasa de largo esta historieta.



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Era diciembre, y por eso hacía tanto frío. La torre de Ravenclaw estaba prácticamente vacía porque todos los alumnos de cursos superiores habían ido de excursión a Hogsmeade y los más pequeños se apiñaban junto a la chimenea de la sala común.
Anya había sido más inteligente.
Para evitar el gentío de la sala común y el frío a la vez, había conjurado un pequeño fuego fatuo que pululaba por el dormitorio de las chichas de segundo, calentando el ambiente. Ariane y Anya se encontraban tumbadas sobre la misma cama de doseles aguamarina, leyendo silenciosamente y sin prestar atención al furioso vendaval que colisionaba contra la ventana.
“Oye Ari”, dijo Anya con el ceño frunció, dándose cuenta de que llevaba diez minutos releyendo la misma línea una y otra vez, absorta.
“¿Hm?”, respondió Ariane con un gruñido distraído, echada sobre los codos y muy concentrada en su libro sobre Artimáncia y gramática, orígenes y coincidencias, el libro que su madre le había regalado para introducirla en el mundo de la artimáncia que estudiarían el año siguiente.
“¿Cómo sabes cuando estás enamorada?”

Ariane levantó la mirada de su libro y miró a su amiga, que estaba sonrojada y se escondía detrás de su libro sobre dragones.
“¿Es que acaso te gusta alguien?”, quiso saber la rubia, sorprendida. Anya negó vehementemente, pero luego se encogió de hombros.
“No lo sé… Todavía”
Ariane dejó su libro a un lado definitivamente y se acercó a Anya con una ligera sonrisilla. Le apartó los cabellos largos y morenos de la frente y se colocó de tal forma que no pudiera evitar su mirada.
“A ver, cuéntamelo. ¿Es de nuestra casa? ¿Es mayor? Ah, ah, ya sé, es esa chica que juega de buscadora en el equipo quidditch de Gryffindor, Miranda Babling”
Anya negó con la cabeza otra vez y se las apañó para esconderse de ella de nuevo.
“¿No me digas que es Laura Zeller? Ya se que es guapa y algo simpática, pero recuerda que se metió conmigo en herbología”
“No, tampoco”
“Entonces, ¿quién?”
Anya se sonrojó todavía más si era posible, y se atrevió a dirigirle una mirada culpable. Ariane abrió los ojos con sorpresa.
“¿Yo? ¿Pero qué dices?”

Anya quiso escaparse, pero Ariane la agarró por el brazo, ahora seria y sorprendida, y la obligó a quedarse donde estaba. La increpó con la mirada para hacerla confesar como era posible que después de tantos años juntas ahora le hubiera dado por enamorarse de ella.
“Es que todo el mundo cree que estamos juntas. Tú y yo no nos comportamos como unas amigas cualquiera, y además… Hacemos una buena pareja, ¿no?”
En contra de lo que Anya se habría esperado, Ariane rompió a reír sueltamente. Se retorció sobre la almohada agarrándose la barriga, y la morena se incorporó con gesto entre avergonzado y ofendido.
“¡No te rías! Lo digo en serio”
“Pero, pero es que…”, decía Ariane tratando de controlar la risa, “¿te has tomado en serio los rumores de la gente? Crees que… ¿Qué seríamos buena pareja? Jajajaja, ¿¡novias!?”
“Bueno… visto así…”, Anya bajó la mirada, pero parecía no tenerlas todas consigo todavía.
Ariane paró de reírse y la miró. Se mordió el labio. Con un gesto felino la empujó para tumbarla sobre la cama y antes de que Anya pudiera quejarse, la besó.
Anya se quedó de piedra y no reaccionó al principio, pero cuando Ariane se separó de ella la miró como si se hubiera vuelto loca de remate.
“¿Lo ves?”, dijo la rubia con una sonrisita burlona, “¿A qué no te ha gustado?”
Anya cayó entonces en eso. Bajó la cabeza con las mejillas ardiendo y a punto se le escapó una risilla histérica.
“Soy idiota”
“Claro que no, pero te has confundido, es normal. Es cierto que tú y yo no somos unas amigas exactamente convencionales, pero eso no significa que debamos enamorarnos. Nos queremos y estaremos siempre juntas, aunque cada una vaya en realidad por su lado. No nos separará ni la distancia, porque somos algo más que amigas, algo mucho más especial que simplemente novias.”
“¿No te enfadas?”, preguntó Anya ya más calmada, sonriéndole a su mejor amiga con cara de culpabilidad.
“¿Enfadarme? Naaaah… Aunque ya puedes estar contenta, te he regalado mi primer beso, mira si te quiero”

Y entonces rompieron a reír, ignorando el viento que golpeaba furiosamente su ventana.
Así, rápido y sencillo, empezó y terminó su primer amor.