Le echa una mirada de reojo al móvil y tiene ganas de usarlo aunque sabe que no debe hacerlo. Quiere, necesita, que alguien la apoye sinceramente, solo por el placer de querer animarla y no por cortesía o para auto consolarse en aquellos días oscuros. Añora a Ami más que nunca, porque nunca habían pasado tanto tiempo separadas y superadas, y la cama sigue oliendo a Matt.

Entonces, la pantalla del bendito móvil se ilumina y le llega un mensaje de remitente desconocido. No importa, porque sabe quién es. Solo ella conoce ese número. Solo ella le manda mensajes.
Trata de no agobiarte. Come y duerme bien, o no estarás a tope. Te quiero>>
Es escueto pero dulce a la vez. Le sobra. Por primera vez en días, se siente algo realizada. Irónicamente ya no necesita el texto, porque lo tiene memorizado, así que lo borra y recuesta la cabeza sobre la almohada. Siente que apenas huele a nada.

Cierra los ojos. Descansa.

domingo, 15 de agosto de 2010

Sencillo




Dan sonrió y siguió con la mirada a Ami, que no paraba de dar vueltas a su alrededor y lo observaba atentamente con el ceño fruncido.
“Ami, ¿qué se supone que haces?”, preguntó divertido.
“Sht, silencio”, le ordenó, parándose delante suyo con los brazos cruzados. El muchacho ladeó la cabeza sin acabar de entender nada, pero se quedó callado diligentemente y la dejó hacer.
Su novia (Dios, que gusto le daba aquella palabra) se acercó más a él para mirarle fijamente a los ojos, y Dan tuvo que contenerse para no acercarse a ella y besarla, porque sospechaba que el gesto la disgustaría.
”Venga, dímelo”, suplicó él para no rendirse a sus impulsos. “¿Tengo algo en la cara? ¿No te gusta mi camisa?”
“Tu camisa es preciosa”, respondió ella, dando un paso hacia atrás y bajando la mirada. “Es que quería comprobar algo”
Sus mejillas adoptaron un leve matiz rojizo y Dan, que no pudo evitar sonreír enternecido, se inclinó hacia ella y conectó sus ojos con los de Ami.
“¿Y lo has comprobado ya?”, preguntó con dulzura. Ella asintió.
“Aha. Y es más sencillo de lo que creía”Dan le acarició la mejilla con prudencia, ya que Ami era una persona algo reacia a los mimitos, y con el poco tiempo que hacía que había aceptado sus sentimientos por él, aún no se había adaptado del todo al rol cariñoso del chico. Pero en lugar de apartarse o mirarle confundida, cerró los ojos y se dejó acariciar. El muchacho decidió disfrutar del gesto sin sobrepasarse, porque aquellos momentos eran tan apreciados como escasos.
Ami sonrió, relajada, y pensó que era muy fácil querer a Dan. Había intentado encontrar algo, cualquier cosa, que le diera una explicación lógica al afecto que sentía por el muchacho, algo que le dijera porqué le atraía tanto. Nada que le atase a él de forma concreta, nada que le explicase por qué le quería tanto. Porque Dan era una persona muy sencilla.
“¿Me dejas comprobar otra cosa?”, susurró la chica con las mejillas sonrojadas.
“Claro, lo que quieras”Se puso de puntitas y acarició sus labios con dulzura, rodeando su cuello con los brazos y dejando que él le rodease la cintura para pegarse un poquito más.
Sí, querer a Dan era algo muy sencillo.