Le echa una mirada de reojo al móvil y tiene ganas de usarlo aunque sabe que no debe hacerlo. Quiere, necesita, que alguien la apoye sinceramente, solo por el placer de querer animarla y no por cortesía o para auto consolarse en aquellos días oscuros. Añora a Ami más que nunca, porque nunca habían pasado tanto tiempo separadas y superadas, y la cama sigue oliendo a Matt.

Entonces, la pantalla del bendito móvil se ilumina y le llega un mensaje de remitente desconocido. No importa, porque sabe quién es. Solo ella conoce ese número. Solo ella le manda mensajes.
Trata de no agobiarte. Come y duerme bien, o no estarás a tope. Te quiero>>
Es escueto pero dulce a la vez. Le sobra. Por primera vez en días, se siente algo realizada. Irónicamente ya no necesita el texto, porque lo tiene memorizado, así que lo borra y recuesta la cabeza sobre la almohada. Siente que apenas huele a nada.

Cierra los ojos. Descansa.

sábado, 26 de junio de 2010

Desnudo

Así es como se sentía cada vez que Ami clavaba sus ojos en él. Desnudo. No importaba que fuera una mirada tierna, de aquellas que hacían que el muchacho se derritiese como un pedazo de chocolate al sol, o una mirada llena de superioridad como la que dirigía a todos aquellos a quienes no consideraba interesantes. No importaba si era una mirada de deseo, de aquellas con las que la muchacha parecía poder ver a través de él y saber todo lo que ocurría en su interior, no importaba que fuera una mirada tierna. Él se sentía desnudo cuando Ami le miraba, porque cada vez que ella clavaba sus enormes orbes rojizos en él, tan extraños, tan especiales, se sentía indefenso.

Lo que no sabía era lo que sentía Ami cada vez que él la miraba.
Y ella también se sentía desnuda.


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