
Creo que he cambiado un poco el estilo de las viñetas, y también los personajes. Pero bueno, como véis, no en todos los caso. Siempre queda un huequecito para los de toda la vida, como mis gemelos favoritos.
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Aburrido.
- ¿Qué tal si me pongo esto?
Aburrido.
- Pero no tengo zapatos que combinen.
Aburrido. Aburrido. Aburrido.
- ¿Tú qué opinas, Zhoin? ¿Me pongo los zapatos blancos o la camisa que compramos el otro día?
A.B.U.R… Espera, ¿aburrido va con una r o con dos?
- ¡Zhoin!
El chico parpadeó y miró a su gemelo con ojos desubicados. Sabía que Zhenon le había estado hablando todo el rato, pero para hacer honor a la verdad, no le había escuchado.
- ¿Eh?
- Que qué opinas – gruñó el menor (aunque fuera solo por seis minutos)
- Mm, que estás muy guapo.
Respuesta equivocada. Zhenon entornó los ojos y le dio la espalda, molesto. “No sé ni para qué te pregunto”, refunfuñó. Zhenon siempre había sido el gemelo sensible, el presumido, al que le importaba la imagen y todo lo que hubiera que decir, al que le gustaba hablar. Zhoin era el gemelo rudo, el silencioso, al que le gustaba el fútbol y prefería ver como se quitaban la ropa en lugar de ponérsela. Más allá de la última peca, los gemelos Narkis eran muy diferentes.
Y sin embargo se entendían a la perfección.
- Ponte los vaqueros pitillos y el suéter morado de Lacoste – dijo Zhoin. El otro lo observó críticamente a través del espejo.
- ¿Tú crees que es lo más adecuado para la cena de familia? – murmuró. El otro se encogió de hombros.
- Ni idea. Pero me encanta como te queda.
Por toda respuesta, Zhenon sonrió. Se habían entendido.
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