Le echa una mirada de reojo al móvil y tiene ganas de usarlo aunque sabe que no debe hacerlo. Quiere, necesita, que alguien la apoye sinceramente, solo por el placer de querer animarla y no por cortesía o para auto consolarse en aquellos días oscuros. Añora a Ami más que nunca, porque nunca habían pasado tanto tiempo separadas y superadas, y la cama sigue oliendo a Matt.

Entonces, la pantalla del bendito móvil se ilumina y le llega un mensaje de remitente desconocido. No importa, porque sabe quién es. Solo ella conoce ese número. Solo ella le manda mensajes.
Trata de no agobiarte. Come y duerme bien, o no estarás a tope. Te quiero>>
Es escueto pero dulce a la vez. Le sobra. Por primera vez en días, se siente algo realizada. Irónicamente ya no necesita el texto, porque lo tiene memorizado, así que lo borra y recuesta la cabeza sobre la almohada. Siente que apenas huele a nada.

Cierra los ojos. Descansa.

jueves, 10 de junio de 2010



Lea apretó los ojos con fuerza y aspiró profundamente, notando como, a pesar de saber que estaba tumbada sobre el pasto y de notar las briznas de hierba en su nuca, la inundaba un profundo olor a sal y pan tostado, un olor a verano y mar.
Todavía con los ojos cerrados trató de descifrar las sensaciones que le provocaba aquel aroma, porque Lea siempre había clasificado los olores en categorías para ordenar un poco los sentimientos que le provocaban. Por ejemplo, cada vez que cerraba los ojos en un jardín, se sentía tranquila y relajada, porque aquellos eran los sentimientos que le transmitía Ami, y ella siempre estaba rodeada por un olor dulzón de lilas, violetas y azucenas. Cuando leía o estudiaba se sentía muy concentrada y aplicada, incluso lista, porque así era Nat siempre que trabajaba, y la rubia olía exactamente igual que la biblioteca, a libro nuevo, concentración y té. En cambio Lis olía como a chicle de fresa, un vicio que había tenido desde muy pequeña, y a jabón, y su aroma le transmitía a Lea muchos recuerdos de tiempos pasados, momentos que habían compartido y hecho suyos, y aquello le daba seguridad.
Sin embargo no recordaba haber percibido antes aquel olor a sal, tan cálido que sentía como el corazón se le inundaba de ternura y la hacían sonreír, sintiéndose muy bien. Con pereza abrió los ojos al sol y ladeó la cabeza, con las briznas de hierba haciéndole cosquillas en la nariz, y se quedó mirando fijamente a Nick que, tumbado a su lado y con los ojos cerrados, no se percató de la mirada de dulzura que le dirigía Lea.
El viento sopló en su dirección y revolvió el cabello del muchacho, arrastrando hacia ella un penetrante olor a sal y pan tostado. Un olor a verano y mar.

1 comentario:

  1. olaa
    wow,es preciosoooo
    es cierto,los olores pueden transmitir sentimientos
    yo con el olor a lavanda m relajo tanto k m duermo XD
    jaja
    bss

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