Le echa una mirada de reojo al móvil y tiene ganas de usarlo aunque sabe que no debe hacerlo. Quiere, necesita, que alguien la apoye sinceramente, solo por el placer de querer animarla y no por cortesía o para auto consolarse en aquellos días oscuros. Añora a Ami más que nunca, porque nunca habían pasado tanto tiempo separadas y superadas, y la cama sigue oliendo a Matt.

Entonces, la pantalla del bendito móvil se ilumina y le llega un mensaje de remitente desconocido. No importa, porque sabe quién es. Solo ella conoce ese número. Solo ella le manda mensajes.
Trata de no agobiarte. Come y duerme bien, o no estarás a tope. Te quiero>>
Es escueto pero dulce a la vez. Le sobra. Por primera vez en días, se siente algo realizada. Irónicamente ya no necesita el texto, porque lo tiene memorizado, así que lo borra y recuesta la cabeza sobre la almohada. Siente que apenas huele a nada.

Cierra los ojos. Descansa.

martes, 8 de junio de 2010

Lo que te has perdido


Fuera llovía. Llovía mucho y hacía frío, y la luz de las farolas apenas iluminaba las calles nocturnas, porque las gotas de lluvia interceptaban su camino.
Ami miraba la lluvia a través de la ventana, apoyada sobre el margen y con una pesada manta sobre los hombros. El televisor de la salita estaba encendido y llenaba la habitación de vida, pero en realidad nadie le prestaba atención, porque ella estaba absorta mirando la lluvia y Edward estaba absorto mirándola a ella.
“Oye, ¿dónde está Sophya?”, preguntó Ami en un momento dado, sin girarse hacia él. La expresión de Edward se ensombreció levemente.
“Con sus padres”, se limitó a responder al cabo de un rato. Al percibir el tono amargo en su voz, Ami se giró.
“Lo siento”, murmuró, aunque la indiferencia en su mirada le hizo creer al chico que en realidad no lo sentía. Edward se encogió de hombros, aparentemente con la misma indiferencia, y Ami ladeó la cabeza con pesar. “No, de verdad, lo siento. Sé que ha sido por mi culpa que habéis discutido”
“No importa. Técnicamente no hemos discutido, así que descuida. Ella tendría que entender que quiero ayudarte”, le dijo, dirigiéndole una mirada tímida. “Que soy la única persona con quién te sientes cómoda ahora”. Ami frunció los labios al reconocer aquel tono de voz. No le gustó.
“Ed… Tengo que irme”, se apresuró a decir, aunque sus ojos se mantuvieron inexpresivos. Se levantó y dejó caer la manta a sus pies. Había llegado el momento, intuía, y tendría que irse antes de que fuera demasiado tarde.
“Pero…”, Edward se levantó para interceptarla, pero la expresión que le dirigió Ami, de repente dura, le frenó.
“Tengo que irme”, repitió. “Creo que esto ha sido un error”
El muchacho bajó la cabeza, dolido, y Ami suspiró con pesar.
“Entiéndelo”, le suplicó. “Agradezco que hayas estado conmigo estos días, y me hayas llevado al cine, y a cenar, y me hayas distraído, pero… No puedes echarlo todo a perder por esto”, sonrió con una leve expresión irónica. “Por mí. Tu ahora tienes que ir a Yorkshire, traer de nuevo a Sophya y llevarla a…”
“Te quiero”, interrumpió Edward, levantando la mirada muy serio. “Te quiero”
Ami suspiró y apartó la mirada, incómoda, porque estaba sucediendo precisamente aquello que no quería que ocurriera.
“No Ed, no”, le pidió con voz triste. “Esto podría ir bien, podría ser bonito, tu eres mi primo y yo…”
“¡Te quiero!”

Conectaron sus miradas un momento y Edward, que parecía muy seguro de sí mismo, no pudo entender como los ojos de Ami, al contrario que su vocecilla triste, podían estar tan vacíos.
“Lo sé”, susurró al cabo de unos segundos. “Más motivo para irme, ¿no crees?”
“Tú podrías haber estado conmigo desde el principio, todos habríamos sido más felices”,
se atrevió a decir Ed, sin recibir ninguna respuesta por parte de Ami. “Aun podríamos serlo”
Ami se encogió de hombros, con aquella inexpresividad clavándose en el pecho de Edward, se dirigió a la puerta. Seguramente se giró porque quería despedirse de él (como si no hubiera escuchado nada de lo que muchacho había dicho), pero el caso fue que de repente Edward se acercó a ella con dos zancadas y la agarró por el brazo con brusquedad, obligándola a acercarse a él.
“Como quieras, pero…”, susurró tenazmente contra sus labios, “para que sepas lo que te has perdido”
El beso no fue corto pero tampoco extremadamente largo, simplemente duró lo que tenía que durar teniendo en cuenta la situación, y Edward fue la única parte activa porque Ami se había quedado como de piedra. Para él fue suficiente.
Cuando se separaron, Ami estaba muy roja y parecía sorprendida, y aquella máscara fría que llevaba hasta entonces parecía habérsele pegado a Edward, que la miró con ojos vacíos.
“Yo… Tengo que irme”, murmuró Ami, traspuesta, alejándose de él sin dejar de verlo algo temerosa. Recogió su abrigo y se acercó a la puerta, y justo antes de salir le dirigió una última mirada confundida al Edward que dejaba atrás.

Fuera llovía. Llovía mucho y hacía frío, y Ami dejó que la lluvia la mojase y enfriara un poco antes de desaparecer.

1 comentario:

  1. olaa
    me encanto!!!!
    eso de "el amor entre primos no es posible" esta taaaaan pasado!!!!
    me encantaron,fue...muy tierno
    me encanto la frase:para k sepas lo k te as perdido
    aaains,k bonito
    pero tengo una duda:
    estos personajes son tuyos o de algun comic???y los gemelos d la otra historia???
    bss

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