Le echa una mirada de reojo al móvil y tiene ganas de usarlo aunque sabe que no debe hacerlo. Quiere, necesita, que alguien la apoye sinceramente, solo por el placer de querer animarla y no por cortesía o para auto consolarse en aquellos días oscuros. Añora a Ami más que nunca, porque nunca habían pasado tanto tiempo separadas y superadas, y la cama sigue oliendo a Matt.

Entonces, la pantalla del bendito móvil se ilumina y le llega un mensaje de remitente desconocido. No importa, porque sabe quién es. Solo ella conoce ese número. Solo ella le manda mensajes.
Trata de no agobiarte. Come y duerme bien, o no estarás a tope. Te quiero>>
Es escueto pero dulce a la vez. Le sobra. Por primera vez en días, se siente algo realizada. Irónicamente ya no necesita el texto, porque lo tiene memorizado, así que lo borra y recuesta la cabeza sobre la almohada. Siente que apenas huele a nada.

Cierra los ojos. Descansa.

jueves, 14 de mayo de 2009

Ojitos azules


Pequeñísimo vicio con personajes fusionados entre yo y Eli. La niña, Arisa, es un personaje mío, y los papis Nuriko y Hotohori (si, ya se, como en Fushigi Yuugi, no es plaaagio, solo préstamo y conversión) han sido adoptados por Eli.
*******************************************
Nuriko se acostó con un suspiro derrotado. En su cara joven y aniñada se dibujaban marcas de cansancio y honda preocupación, y tras un segundo de reflexión se cubrió con la sábana. Hotohori rodó sobre la cama hasta quedar pegado a su espalda y le rodeó con los brazos de forma consoladora.
"No te preocupes", susurró en su oído, "lo conseguiremos, cada vez parece menos reservada".
Pero Nuriko no respondió, porque no las tenía todas consigo. Al día siguiente se cumplirían tres meses desde que Arisa había llegado a casa, y durante aquel tiempo apenas habían logrado algún cambio en su comportamiento. La niña seguía mostrándose distante, apagada, como si no le hiciera ninguna gracia estar allí. No habían logrado emocionarla prácticamente con nada de lo que le habían ofrecido, y solo en contadas ocasiones habían conseguido arrancarle alguna tímida sonrisa (las suficientes como para obligarles a luchar por ella, para recordarles lo mucho que la querían).

Nuriko temía ser incapaz de brindarle felicidad a Arisa, su niña, su hija, y el miedo le paralizaba cuando pensaba que, si no lo lograba, se la quitarían.
Tembló ante el pensamiento, y ni siquiera el incremento de fuerza en el abrazo de Hotohori le calmó.

"Papis"
Dieron un brinco al unísono, incorporándose en la cama para observar como una figurita menuda se asomaba por la puerta de la habitación. Rubia, vestida con su pijama rosa y abrazando a su conejito, Arisa les miró con sus grandes ojos azules opacados por el miedo.
"Dime, cariño, ¿estás asustada?", dijo Nuriko, tratando de contener la emoción de la voz. Era la primera vez que Arisa les llamaba papis.
La niña asintió.
"¿Pedo dormi con vosotros?"

Por toda respuesta, Nuriko abrió los brazos. Hotohori preparó un huequecito en la cama para acostar a la niña, que ahora sonreía mas tranquila, entre ambos.


Sí, valía la pena seguir luchando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario